martes, 16 de diciembre de 2014

FILMOTECA NOSTÁLGICA

Ciudadano Kane es una película que nos ha marcado a muchos. La he visto varias veces, la primera vez siendo una adolescente y... no sé si entendí mucho, pero es cierto que me dejó ese poso de "he visto una gran película y va a ser una de mis favoritas". Rosebud sigue siendo ese lugar que representa la infancia feliz, el lugar sin dolor ni pesar, sin traición ni ambición, y puede que esta película sea uno de mis "rosebuds" particulares, pues me devuelve a aquella época en la que yo soñaba, y soñaba, y soñaba... con ojos muy abiertos. 

Aquí podéis disfrutar de un bonito análisis de esta gran obra: 


DESAYUNO EN PLUTÓN

Algunas razones para ver esta película de 2005:

 -La dirección de Neil Jordan. 
-La maravillosa composición de Cillian Murphy (un actor que me encanta, cuyo extraño rostro me inquieta y atrae a la vez).
 -La excelente banda sonora. 
-La historia: la aventura de un ser abandonado, fruto de un amor prohibido, apaleado mil veces por la vida, pero tenaz, siempre fiel a sí mismo, solidario, habitante de las márgenes de la ciudad, extraordinario en su lucha por reivindicarse a sí mismo. 
 -El tema: la autenticidad, la honestidad, la diferencia, la búsqueda del amor y el cariño.
 -El otro tema (de fondo, pero nada secundario): el problema irlandés (o el británico, según se mire). 

Solo alguien peculiar y fuera de lo común, un ser "diferente" puede soñar con desayunar en Plutón.

 Esta es una película para vibrar con la vida. 

Os dejo un ejemplo de una de las canciones más animadas de esta película: 


jueves, 30 de octubre de 2014

Cine en blanco y negro

Una mujer para dos (Lubitsch, 1930) tiene la virtud de que su protagonista sea Gary Cooper y de que su tema sea, todavía, muy moderno. ¿Por qué no decir que se trata de una película feminista? Dos hombres se enamoran de la misma mujer, dos artistas bohemios que desfallecen en París sin un solo duro.La mujer, por su parte, protegida de un rico empresario, se enamora de los dos. Y no quiere elegir. En un primer momento, pactan una relación entre los tres sin sexo. Ella les asesora en su arte. Cuando el escritor vuela a Londres y deja solos a sus amigos el pacto se rompe y aparece la traición. Traición doble: el escritor vuelve al hogar de la pareja, ahora felizmente instalada en un moderno apartamento gracias a los nuevos éxitos del pintor, y consigue acostarse con la chica. Al darse cuenta del daño que se están haciendo los tres, la joven huye a los brazos del rico empresario, con el que se casa. Pero ella ha nacido para ser feliz. Y vuelve con sus dos amigos, en una relación, esta vez sí, abiertamete sexual y asumida. ¿Es o no es un planteamiento modernísimo? Es curioso como ella dice en un momento dado: "Me pasa como a algunos hombres, que estoy enamorada de dos personas a la vez". ¿No es genial esta reflexión sobre la sexualidad masculina? Y más aún, ¿ha de ser privativa del varón? ¿No es la sexualidad humana extraordinariamente compleja? Ni ella es una "cualquiera" ni ellos unos aprovechados, sencillamente, son un matrimonio de tres. ¡Extraordinario! Es, sin duda, una película antiburguesa que arremete contra la propiedad privada que supone el pacto matrimonial, y así se muestra en la escena en la que el marido empresario sale de la habitación tras la noche de bodas y arremete contra la macetita de flores que los dos amigos habían mandado como regalo a su amiga:el fracaso es patente pues ella no va a ser un objeto más ni siquiera un descanso para el guerrero.


 


 El título en inglés todavía es más elocuente: Design for living, es decir, un plan de vida, un diseño de lo que uno quiere para sí mismo en su vida. Y que nadie se llame a engaño: la protagonista es ella, aunque el nombre de la actriz aparezca en tercer lugar en los créditos. 


FILMOTECA NOSTÁLGICA



La historia de la monja más simpática del cine (con permiso de Sister Act) me atrapó en mi infancia como a generaciones anteriores. La alegría, las canciones, los siete hermanos eduados a golpe de silbato, el amor que surge entre la atolondrada novicia y el viudo amargado, la travesía por las montañas huyendo de los nazis... Si el cine busca emocionar, en esta maravillosa película lo consigue.

Incluso se puede perdonar al traductor del título, al que le debió parecer poco atractivo eso de "El sonido de la música", como si fuera un pleonasmo inútil, puesto que la música está compuesta de sonidos, debió de pensar. "Sonrisas y lágrimas", en realidad, es una opción muy cursi, pero refleja lo que se espera de la historia: reír y llorar.

lunes, 20 de octubre de 2014

FROZEN

Hay películas que marcan la infancia de una generación y esta será una. Frozen, "helada", basa su historia en La Reina de las Nieves de Andersen. Elsa, la protagonista, tiene el poder de congelar. Cualquier movimiento de sus manos convierte en hielo lo que toca o aquello que señala. Es su don y su condena. De niña, jugando con su hermana, está a punto de provocar su muerte. Y el miedo a que su poder sea dañino hace que sus padres la separen de ella y la obliguen a ocultarse del resto de personas que la rodean. Frozen trata del miedo, de la aceptación de uno mismo, del amor entre hermanas. Este amor, y no el amor romántico (que en la película recibe un tratamiento secundario) es el que salva a la protagonista de sí misma y de su miedo. En este aspecto, parece que por fin la llamada factoría Disney se separa del prototipo de chica que llena su vida de felicidad cuando el príncipe (azul) se casa con ella. 

Elsa es un personaje poderoso. Vive un calvario a causa de su don. Pero hay un momento en que no puede ocultarlo por más tiempo y se destapa con toda su furia. Abandona el reino que le toca gobernar y funda su propio imperio de hielo donde ser ella misma y vivir sin ocultarse  lo que es. No le importa pagar el precio de la soledad. Ese momento en que Elsa pisa con fuerza y crea de la nada el palacio que la va a albergar, después de haber abandonado sus ropas austeras de mujer que se esconde y de haber soltado la trenza blanca de su moño, consigue hacer que todos los espectadores nos liberemos con ella de la cruz con la que le ha tocado vivir. Ana, su hermana, se ha pasado la vida echándola de menos y sin comprender por qué no podían jugar juntas. Pero su carácter positivo, alegre, entusiasta, la ha salvado de esa amargura, la misma que ha ido consumiendo a su hermana. Ana no entiende por qué Elsa no acepta su cariño. Y no se conforma con la huida de Elsa, ni la comprende, sino que se echa a correr a buscarla por los paisajes congelados para siempre después de que su hermana, a su paso, dejara el reino en un invierno eterno. Ana quiere recuperar la primavera para sus súbditos, pero sobre todo el amor de su hermana que esta parece empecinada en negarle. 

 Lo maravilloso de esta película son estos dos personajes, una en búsqueda de sí misma, la otra en busca del amor. El muñeco de nieve, Olaf, representa la infancia idealizada por Ana, cuando las dos jugaban con el don de Elsa. El extraordinario amor de Ana por Elsa es lo que consigue recupararla y vencer el miedo de Elsa a sí misma. Las imágenes, la música, los personajes secundarios... Todo acompaña para que Frozen, aparte de consistir en una mercancía rodeada de un extenso y poco agraciado "merchandising", sea también, o más aún, una película hermosa que llena al espectador de sentimientos de ternura y empatía por las personalidades de la historia. No es una película feminista (el "merchandising" así lo demuestra,  cayendo en muñecas sexis y ñoñas): pero, por fin, las mujeres que presenta tienen más redondez e independencia del brazo de un hombre. Maravillosa, en el sentido más legendario del término.

lunes, 6 de octubre de 2014

FILMOTECA NOSTÁLGICA



Una película que vi de niña y que me encantó. Supongo que, como a mi hija hoy día, me gustaban las "historias de chicas" con canciones y final feliz. Preciosa. Y la vi en VHS.

EL VIENTO QUE AGITA LA CEBADA-RAGTIME

 




Ragtime es una película inferior a la de Ken Loach. Lo es porque, de las tres historias que pretende desarrollar, solo una, aquella en la que pretende apoyarse el guionista, la que tiene verdadera enjundia (y por esto mismo), tiene un planteamiento, nudo y desenlace claros. Esto no implima que Ragtime no sea un bonito fresco de la América de principios de siglo (con tributo al origen del cine incluido: homenaje hermoso pero mal resuelto), y que no presente personajes atractivos, excelentes interpretaciones, una fantástica ambientación... Sin embargo, se da de bruces al querer abarcar historias que añaden poco a la trama principla (como ocurre con el juicio al marido de Evelyn, la corista sin escrúpulos).

Lo más interesante de Ragtime, por cierto, tampoco es la música, a pesar de la excelente banda sonora y del hecho de que el protagonista sea un pianista (negro), sino el planteamiento moral sobre la violencia, que la acerca  a El viento que agita la cebada.

La pregunta que ambas películas muestran al espectador es la siguiente: ¿puede considerarse la violencia legítima cuando se trata de la violencia de un "débil"? Es decir, ¿es la violencia inmoral cuando se usa para someter y, en cambio, aceptable cuando un individuo o un grupo la usan para reivindicar sus derechos y su dignidad?

Aparte del análisis que cada espectador pueda hacer, la película de Ken Loach está claramente a favor de este tipo de violencia y la legitima desde el punto de vista moral. La base de su argumentación estriba en que un pueblo sometido, colonizado, al que se obliga a renunciar a los elementos que conforman su identidad por la fuerza (esta es la clave), sin opción al diálogo ni a la reivindicación de su autonomía, solo tiene en su mano la posibilidad de utilizar la violencia, más aún, el terrorismo. Desde el punto de vista de Ken Loach, el Reino Unido es el responsable de grupos extremistas como el IRA por no haber solucionado con justicia la independencia de Irlanda. La vía pacífica propuesta por Michael Collins, tal y como se muestra en la película, solo sirvió para ceder el norte de Irlanda y mantener la presencia y el control del Reino Unido en la isla. Así pues, si la parte "débil" de un conflicto no consigue su objetivo (justo, digamos) mediante el diálogo, puede utilizar la violencia como un medio justificado para un fin "bueno". En la película de Ken Loach, pues, hay una posición favorable al terrorismo cuande se dan causas histórias y políticas injustas, es decir, de sometimiento de un pueblo por otro en aras del dominio y la colonización.

Los personajes encuentran también la justificación moral del asesinato en este ideal que está por encima de sus deseos, necesidades y preferencias. Así, el personaje principal, un estudiante de medicina reticente a empezar una "guerra de guerrillas", como parece que fue al principio la reivindicación de la independencia de Irlanda, no duda en ajusticiar con un tiro en la nuca a un pobre mozo de cuadra que por miedo delató a sus compañeros; y, del mismo modo, el hermano de dicho estudiante tampoco se amilana cuando decide fusilarlo por no avenirse al nuevo gobierno irlandés (controlado por los británicos). Estas situaciones son las que hacen pensar en que, si bien parece que desde un punto de vista global, el de un pueblo o grupo de gente, la violencia está justificada cuando las alternativas pacíficas se cierran con la misma violencia, las decisiones individuales que implican acabar con la vida de otros en aras de un ideal superior no resultan justificadas del mismo modo. Pues, en este último caso, el individuo actúa como un dios enfurecido que posee la verdad y la única verdad y que es dueño de la vida de los otros. ¿Cómo justificar moralmente, cómo considerar "buenas" estas acciones?

Por otro lado, hay que considerar si hay diferencias entre una acción bélica (la guerrilla atacando  aun grupo de soldados) y el secuestro y asesinato de un dirigente (por supuesto, británico, anglicano, y despreciativo con los irlandeses). Ambas situaciones derivan de la violencia, son propiamente violentas, pero, ¿igualmente justificables, incluso desde el punto de vista del "débil"? ¿Una persona representa a todo un pueblo (idea en la que se escudan los terroristas para asesinar a otros, más o menos culpables de su situación de inferioridad)? En definitiva, Ken Loach parece tener clara una cuestión que presenta claros problemas éticos.

En la película Ragtime se trata del individuo que se enfrenta al grupo. El protagonista es un pianista negro, como ya hemos señalado. Unos bomberos voluntarios, blancos, unos "rednecks", le humillan echando excrementos en el asiento de su flamante coche nuevo. El pianista decide no ceder: el bombero responsable tiene que limpiar su coche. Esto le lleva a denunciarlo, a intentar presentar una querella, y a pasearse, en definitiva, por despachos oficiales y de diversos abogados que no ponen intención verdadera en ayudarle. Cuando la madre de su hijo, con la que pretende casarse, corre a un mítin del vicepresidente de la nación gritando su nombre y muere como consecuencia de la paliza de un policía excesivamente celoso de mantener el orden, la ira le domina y no ve otro camino que la violencia y el terrorismo. Se convierte en el criminal más peligroso y temido de Nueva York y el más buscado por la policía. Finalmente, se atrinchera en la emblemática Biblioteca J.P. Morgan, reivindicando su justicia: el coche limpio y el bombero a su merced. 

La policía de Nueva York (encabezada por el comisario interpretado por James Cagney, en su última película) despliega su fuerza alrededor de la biblioteca (el pianista ha conseguido reunir a un grupo de amigos músicos y a un artificiero herido de amor por una corista). Hay intentos de negociación y persuasión. La escena más interesante es la que enfrenta a un líder negro pacifista (Washington) y al pianista convertido en violento terrorista. El líder argumenta (con furia) que la violencia solo engendra violencia, y que la paz y la comprensión llevan a la dignificación de los negros y a la estima de los blancos (a los que ha habido que enseñar que no tienen por qué temer a los negros). El pianista, con su ejemplo, está echando por tierra el esfuerzo (su esfuerzo como activista) de muchos hombres y mujeres que demuestran integridad y honestidad. Para el pianista, esto es otra forma de claudicación y sometimiento al hombre blanco.

La historia termina mal, lo que hace pensar que Mr. Washington tenía más razones a su favor. El pianista muerte acribillado después de rendirse. El comisario da la orden: su obligación es terminar con un criminal. Pero acaba con un hombre bueno, reconvertido en un violento por culpa de la ira. La ira es una pasión individual, pero, ¿justificada, al menos, en este caso? El pianista lo dice: no tuve otra opción, pues nadie me ayudó a aplicar la ley a ese blanco por ser él un negro. De nuevo, otro caso en que el "débil" opta por la violencia para enfrentarse a la violencia del "fuerte", y que tampoco trae consecuencias calificables de beneficiosas, ni siquiera sirve para instaurar un nuevo orden. Todo sigue igual después de su sacrificio. El individuo no puede ganar así al sistema, parece decirse en esta historia.

El débil puede ser un pueblo o un individuo, y en ambos casos, parece que la violencia es el único camino para enfrentarse a la que infringe el fuerte con vistas a mantener al débil en dicha posición. La violencia, claramente, no trae la paz, solo más respuestas violentas. Sin embargo, el débil la usa para ponerse al mismo nivel que el fuerte, o para revertir su posición y hacer del fuerte el débil. No parece que haya una salida moral clara a este dilema: la violencia, en bruto, es desestimable en valores absolutos; en el caso particular y relativo, solo podría justificarse como una manera de alterar la dialéctica del fuerte y el débil. Estas dos películas obligan al espectador a plantearse la cuestión, a que este viento agite su conciencia.