Vi esta película justo antes de que Amanda llegara al mundo. Algo poco recomendable para una madre primeriza. Sophie es una judía polaca que vivió una tragedia: tuvo que elegir entre mandar a la muerte a su pequeña hija o a su hijo. Sophie se decidió por la niña, no tras un proceso de deliberación o algo parecido, sino en el mismo momento en que un soldado nazi la amenazaba con matar a los dos. Del niño superviviente fue separada y de él nunca más supo.
Uno se pregunta: ¿cómo una madre puede ser capaz de tomar una decisión sobre algo tan atroz? ¿Por qué escogió a la niña y no al chico? Estas mismas cuestiones atormentan a la protagonista y dejan impactado al espectador. No hay respuesta. Sophie actuó sobre la marcha, anteponiendo el instinto a la razón. Posiblemente creyó que un chico tenía más posibilidades de sobrevivir a la larga que una chica. Así que ella misma empuñó el cuchillo como una moderna Abraham.
Después de acabar la guerra, Sophie vive en EEUU. Es una mujer culta y llama la atención de un escritor de tres al cuarto. La mujer comparte cama con un esquizofrénico adicto a la cocaína, acogida por él. El espectador entiende por qué: la locura de este hombre combina perfectamente con la sinrazón que domina su vida desde que tuvo que tomar tan terrible decisión. Para más inri, Sophie fue hija de un exaltado del régimen, por lo que en su conciencia la culpa se acumula por partida doble.
Las decisiones de Sophie no terminan ahí. La vida sigue, y tiene que volver a elegir: entre un hombre loco que la maltrata y un hombre cuerdo que la adora, y aún más allá de eso, entre vivir y morir.
A pesar del tema sensiblero, la película no cae en ningún momento en la lágrima fácil ni en mostrar imágenes escabrosas o impactante. Las actuaciones son excelentes, tanto la de Meryl Streep (ya se sabe: toda una garantía) como la de Kevin Kline. En definitiva, una pequeña joya que no decepciona. Muy, muy recomendable.
Para que degustéis algo de ella os dejo un fragmento. Os quedaréis helados: