Ya comentamos en este cuaderno la película anterior de Darren Aronofsky. Cisne negro se asemeja a El luchador en el hecho de que ambas tratan de la degeneración de un personaje. No obstante, en El luchador al protagonista lo encontramos ya en la decadencia de su vida. En Cisne negro contemplamos el ascenso de una mujer joven, de una artista en su plenitud vital.
La historia está tratada de un modo original. Nina es una bailarina hija de otra bailarina frustrada, que tuvo que abandonar su carrera por el nacimiento de esta hija. La madre proyecta en ella todos sus deseos y anhelos. Intenta controlar la vida de su hija, lo cual tiene efectos negativos e inesperados en la serenidad mental de Nina. Esta, a su vez, es insegura y ambiciosa, domina sus gestos y sentimientos hasta el límite, es obsesiva con el baile y muy perfeccionista.
Como vemos, el retrato de Nina es extraordinario. Y esto es probablemente lo mejor de la película. El perfeccionismo de esta joven bailarina la conduce a la demencia. A medida que ensaya para su nuevo papel, el de la Reina de los Cisnes, su inconsciente va ganando a su yo controlador. La Reina de los Cisnes es pura y virginal, espera a su príncipe azul. Pero en este ballet la bailarina prinicipal ha de convertirse también en el Cisne Negro que pretende alejar al príncipe de la bella reina blanca. El director de su compañía, por el que ella siente una atracción reprimida (entre otras razones por su madre, que teme un embarazo no deseado que la aparte de la gloria como a ella), intenta por todos los medios (incluso con recomendaciones de tipo onanista) que Nina saque al exterior su lado más salvaje y más oscuro.
Nina lo consigue, pero a un elevado precio: la alteración profunda de su personalidad. El punto de vista, que está muy conseguido en esta película, consigue que sigamos la evolución de la enfermedad mental de la bailarina (evolución no muy ortodoxa según los parámetros psiquiátricos, pero es una licencia poética que el permitimos al cineasta) gracias a la cámara que está siempre en el lugar de Nina, o que nos presenta su punto de visión.
Otra virtud de esta película reside en la planificación de las escenas de baile, hermosísimas y de gran contenido simbólico para la comprensión de este personaje tan torturado. Hará las delicias de los amantes de la música y el ballet. Así pues, Cisne negro es una excelente opción cinematográfica en los tiempos que corren, cuenta con una buenísima actuación de Natalie Portman y es una película, en resumen, elegante. Muy recomendable.