Imagina que durante tres años has vivido solo en la Luna. En una nave espacial tu único interlocutor ha sido un robot amable y simpático, servicial, solícito, siempre a tu disposiciòn. Los mensajes de la Tierra han llegado en diferido, por la imposibilidad de contactar en directo con tu familia o tus jefes. Imagina que te quedan dos semanas para volver de nuevo a estar en casa, ver a tu hija pequeña casi desconocida, tocar a tu mujer.... Entonces, sufres un accidente.
Esto no es lo peor. Lo peor es sobrevivir y que te rescate por casualidad un tipo exactamente igual a ti, que tiene los mismos recuerdos que tú, las mismas habilidades y casi idéntico sentimientos.
Moon es una película sobre la identidad personal y sobre el concepto de lo individual. Muchos que hubiera como tú, cada uno sería único, parece explicarnos esta historia. Lo hace de una manera pausada, hermosa, valiéndose de la intriga y del suspense, a través de una fotografía fría y una recreación extraña y fascinante de la Luna. La historia se mantiene gracias a un solo actor, Sam Rockwell, que hace un trabajo sublime y la voz de otro, Kevin Spacey, que se la presta al robot.
Moon es una película sobre la identidad personal y sobre el concepto de lo individual. Muchos que hubiera como tú, cada uno sería único, parece explicarnos esta historia. Lo hace de una manera pausada, hermosa, valiéndose de la intriga y del suspense, a través de una fotografía fría y una recreación extraña y fascinante de la Luna. La historia se mantiene gracias a un solo actor, Sam Rockwell, que hace un trabajo sublime y la voz de otro, Kevin Spacey, que se la presta al robot.
Por otro lado está la música, una excelente y pequeña selección de canciones pop, como no podía ser menos viniendo del hijo de David Bowie. En definitiva, una película menor pero fascinante.
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