miércoles, 20 de abril de 2011

Cisne negro


Ya comentamos en este cuaderno la película anterior de Darren Aronofsky. Cisne negro se asemeja a El luchador en el hecho de que ambas tratan de la degeneración de un personaje. No obstante, en El luchador al protagonista lo encontramos ya en la decadencia de su vida. En Cisne negro contemplamos el ascenso de una mujer joven, de una artista en su plenitud vital.

La historia está tratada de un modo original. Nina es una bailarina hija de otra bailarina frustrada, que tuvo que abandonar su carrera por el nacimiento de esta hija. La madre proyecta en ella todos sus deseos y anhelos. Intenta controlar la vida de su hija, lo cual tiene efectos negativos e inesperados en la serenidad mental de Nina. Esta, a su vez, es insegura y ambiciosa, domina sus gestos y sentimientos hasta el límite, es obsesiva con el baile y muy perfeccionista.

Como vemos, el retrato de Nina es extraordinario. Y esto es probablemente lo mejor de la película. El perfeccionismo de esta joven bailarina la conduce a la demencia. A medida que ensaya para su nuevo papel, el de la Reina de los Cisnes, su inconsciente va ganando a su yo controlador. La Reina de los Cisnes es pura y virginal, espera a su príncipe azul. Pero en este ballet la bailarina prinicipal ha de convertirse también en el Cisne Negro que pretende alejar al príncipe de la bella reina blanca. El director de su compañía, por el que ella siente una atracción reprimida (entre otras razones por su madre, que teme un embarazo no deseado que la aparte de la gloria como a ella), intenta por todos los medios (incluso con recomendaciones de tipo onanista) que Nina saque al exterior su lado más salvaje y más oscuro.

Nina lo consigue, pero a un elevado precio: la alteración profunda de su personalidad. El punto de vista, que está muy conseguido en esta película, consigue que sigamos la evolución de la enfermedad mental de la bailarina (evolución no muy ortodoxa según los parámetros psiquiátricos, pero es una licencia poética que el permitimos al cineasta) gracias a la cámara que está siempre en el lugar de Nina, o que nos presenta su punto de visión.

Otra virtud de esta película reside en la planificación de las escenas de baile, hermosísimas y de gran contenido simbólico para la comprensión de este personaje tan torturado. Hará las delicias de los amantes de la música y el ballet. Así pues, Cisne negro es una excelente opción cinematográfica en los tiempos que corren, cuenta con una buenísima actuación de Natalie Portman y es una película, en resumen, elegante. Muy recomendable.

lunes, 18 de abril de 2011

CINE CON NIÑOS

He visto dos "películas con niños" muy diferentes. En ambas la gente menuda no tiene el papel de enternecer al espectador y fomentar su empatía mediante el recurso fácil que es la infancia. En el caso de Pan negro los niños de la pelicula van dejando progresivamente de serlo por culpa de la miseria, la humana, la social, la económica, la miseria de los adultos que les rodean. Pan negro se subtitula "la historia de un asesino de pájaros". El protagonista es él mismo un pajarillo que quiere volar como le dice su padre, o como le cuenta el enfermo del sanatorio de monjes. Pero él mismo se corta las alas al conocer la historia de su progenitor, un hombre que actuó contradiciendo y traicionando sus ideales. ¿Cómo creer en la bondad de la gente si tu propio padre se dedica al mal? La película empieza con un asesinato, el de un padre y su hijo en medio de un bosque, y esta escena, cruel aunque no cruenta, es un resumen de todo lo que vendrá después, que no es más que la destrucción paulatina de una familia. El pan negro, por otro lado, es el símbolo de la miseria a la que, con cierta reminiscencia marxista, culpa la película de la miseria moral de sus protagonistas. Desde luego, esta es una historia cruda que presenta el lado más oscuro de las almas humanas, aunque, a la vez, las disculpa, como si ese lado se impusiera cuando es imposible la supervivencia de otro modo. ¿La miseria, entonces, elimina las posibilidades de elección de los hombres; anula la libertad? Esta pregunta queda en el aire, sabiendo, además, que el protagonista elige, elige aunque sea por rencor y venganza....





Valor de ley, en cambio, es la historia de una chica de catorce años que quiere vengar a su padre. Para ello recluta a un mercenario, a una especie de policía a sueldo viejo y alcoholizado pero con escaso miedo en su desvencijado cuerpo. Entre ambos se establece una relación casi paternal en la que la chica, de algún modo, "adopta" a ese hombre como padre, y él, finalmente, no puede dejar de rendirse ante el candor de esa niña ingenua que cree que la justicia consiste en que los malos sean castigados. Esta película podrá parecer a muchos un tanto insulsa, hasta cierto punto increíble y en cierto modo sin garra. A mi entender, esas personas se equivocarán al juzgar demasiado rápido una historia sencilla pero no simple. La protagonista de la película es una niña que abandona su casa por considerarse en el deber de vengar al padre, como una Antígona que se enfrenta a las leyes de su ciudad. Sabe que dichas leyes no van a respaldarla, por ello, haciendo gala de un aplomo impropio de su edad, regatea con los adultos hasta conseguir llevar a cabo su voluntad. No hay que olvidar de que se trata de una chica, y este dato no es baladí: a ella no le corresponde la tarea que emprende, la asume porque su hermano varón es demasiado joven (aún más que ella) y su madre no es muy fuerte, según sus palabras. Teniendo en cuenta que en el Oeste las leyes no se respetaban, que una chica decidiera hacer justicia por su cuenta tiene su mérito. Si el transcurso de la historia es bello y entretenido, el final es épico y triste: a la chica le muerde una serpiente venenosa y el viejo la transporta en brazos durante toda una noche hasta la casa de un curandero de tres al cuarto, en una carrera en la que casi perece como el caballo viejo que ella compra para seguir al asesino de su padre (un pobre hombre, un tonto corto de entendederas). En la última escena contemplamos a una solterona sin brazo, que no es otra que la decidida niña que, a pesar de su arrojo, no solo pierde su mano, sino su lugar en la sociedad (el lugar propio de una mujer). No podía ser de otra manera: su hybris es castigada. En este sentido, la película de los hermanos Coen no deja de recordarnos al mito griego, y esta relectura de Antígona le proporciona un hermoso trasfondo.