viernes, 14 de diciembre de 2012

Más películas

Sigo con mi "ritmo loco". Tengo que darle las gracias a Juanito al que no le importa que vea películas mientras él chupa que te chupa...


-Llámame Peter (Stephen Hopkins, 2004). Se trata de un biopic sobre Peter Sellers, un personaje peculiar que hacía reír en la pantalla, pero que no daba tanta risa a los que compartían la vida con él. El director utiliza un recurso original que es el de convertir a Sellers en algunos de las personas importantes de su vida (su madre, su padre, el director Blake Edwards Stanley Kubrick) en momentos concretos de la película, para mostrar desde otra perspectiva su relación con ellos, sus opiniones  e impresiones; copiando así el trabajo trasnsformista que hizo Sellers en la película Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú? (por otra parte, un título tan absurdo en español como el de Llámame Peter que traduce sin más el original de The Life and Death of Peter Sellers, bastante más bonito y teatral). La película se basa en la actuación de un excelente intérprete como es Geoffrey Rush y en la idea de que Sellers era alguien tan hueco en su personalidad interior que tenía por ello la facilidad de convertirse en cualquier personaje. No sabemos si eso es una crítica o no a la persona de Peter Sellers. Y es que, con los biopics uno siempre se pregunta: ¿qué pretenden contar en esta película? ¿La vida, sin más, de alguien destacado? ¿Por qué este personaje y no otro? En el caso de Sellers, supongo que al director le llamaría la atención esta ambivalencia (cruel en su vida personal, pura simpatía en su vida artística) del famoso actor. Por lo demás, no hay nada. Solo la exposición de estas miserias y trapos sucios, de una manera suave, eso sí, sin asustar, pero sin añadir un análisis de la figura del actor, la empresa cinematográfica, el arte del cine... Nada, vacío.

-Chloë (Atom Egoyan, 2009). Un excelente director, buenos actores, una trama apasionante. Se utilizan las estrategias del thriller para contar la historia de una mujer en plena crisis. ¿Me quiere mi hijo? ¿Me quiere mi marido -me desea? ¿Qué queda de mí con el paso de los años? ¿He fracasado como mujer -soy una vieja ya que no interesa? En este laberinto de pasiones que se teje en el momento en que la prostituta que ella elige para seducir a su marido cambia el objetivo de la seducción, todas estas preguntas se van resolviendo para el personaje principal que vive una ficción en su propia imaginación. El erotismo gobierna las relaciones de los personajes de una manera elegante y sutil. Lo cierto es que la película no decepciona y da pie a una buena discusión (sobre todo si eres mujer y la puedes ver con un grupo de buenas amigas). Recomendable.



-Buried (Rodrigo Cortés, 2010). Este es el típico producto de un director joven y listo que quiere hacer algo original, y lo consigue: filmar una película con un solo actor, un teléfono móvil, una linterna... todos ellos metidos en un ataúd de madera que se supone enterrada a unos cuantos metros bajo tierra. Se utilza bien el suspense  (¿por qué está ahí ese hombre?, ¿quién es?, ¿conseguirá salir o morirá enterrado vivo?). El final recuerda al de la pelicula REC ("en efecto, tu peor pesadilla se hace realidad..".). No pasará a la historia del cine, pero se ve con agrado, entretiene (algo fundamental) y resulta curiosa. El making of se ve con igual interés (lo cual desmerece a la película, por otro lado).

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Dos comedias (por el tono ligero)

Eternamente tuya (Tay Garnett, 1939) y Persiguiendo a Amy (KevinSmith, 1997) no tienen mucho que ver, ni por épocas ni por estilo. De hecho, la primera es una película bastante flojita, realizada a la mayor gloria de la guapísima Loretta Young. Pero las dos tratan de renuncias. En Eternamente tuya, la esposa de un gran mago renuncia a su amor porque su marido no es capaz de instalarse y llevar una vida sedentaria, pero feliz, junto a su querida mujer (hay una especie de loa implícita a la vida familiar). En Persiguiendo a Amy, un "chico que conoce a chica lesbiana con pasado sexual lleno de experiencias con muchos hombres y mujeres" echa por tierra la relación con su mejor amigo y con su chica por un orgullo mal entendido. Digamos que son ellos los que renuncian a él debido a su cortedad de miras. La primera es una comedieta romántica muy convencional. La segunda, en cambio, tiene el interés de tratar las relaciones de pareja como pueden ser hoy: complejas, sobre todo para los chicos, que a veces no son capaces de admitir que las chicas puedan haber amado (y haberse acostado con) otros chicos antes que ellos. Por suerte, la chica no cede a los chantajes emocionales de su amado y hace prevalecer su dignidad. Así que, al final, nos encontramos con dos películas que tratan dos tipos de mujer: aquel anticuado de la esposa que busca la vida estable y hogareña (cosa que consigue finalmente porque su marido se da cuenta de lo mucho que le hace falta su mujercita) y este "moderno" de la chica que se hace valer. Por otro lado, en Persiguiendo a Amy hay un buen tratado de cómo las relaciones amorosas pueden acabar con las buenas amistades; a veces, cuando "tu pareja" es tu mejor amigo la presencia de un tercero desbarata todo el orden establecido... lo cual puede digerirse muy mal por parte del amigo, que queda, de algún modo, fuera, y que desea aún ese orden antiguo. En fin, la vida misma.... No la idealizada de la película de la guapísima Loretta. Por eso Persiguiendo a Amy acaba de manera agridulce, como suele ocurrir en la realidad (realidad que no interesaba a los espectadores de la Young, claro).


AMOR Y LIBERTAD

El amor es el gran tema de la literatura y del cine, que es otra forma de narrar. Un amor destructivo es el que se retrata en Vidas al límite (Agnieszka Holland, 1995), protagonizada por Leonardo DiCaprio (un gran actor, sin duda), película en la que se muestra la relación atormentada y cruel entre Rimbaud y Verlaine. Este último se debate entre su joven mujer y su joven (aún más) amante, quien además le proporciona la espiritualidad de una poesía de primer rango, no solo su cuerpo. A su mujer la aterroriza y violenta en cuanto puede (algo desagradable la escena en la que intenta quemarle el pelo a la esposa). De cualquier forma, Verlaine está loco por Rimbaud, y ambos malviven del dinero del primero durante un tiempo, hasta que Rimbaud abandona la literatura, a Verlaine, Francia, todo. La película es interesante sin más, lo cierto es que no transmite pasión, que es quizás lo que defninía la relación de estos dos poetas. Tampoco hay mucho lugar para la poesía, al contrario que en aquella película tan hermosa sobre Yeats, Bright Star (Jane Campion, 2009). 



Otra película de pasiones sin pasión es Tokyo Blues (Tra Anh Hung, 2010) sobre la novela de Murakami. El gran problema de esta película, de preciosos escenarios y de frías escenas lluviosas, es la torpeza al condensar algunas de las historias secundarias de la novela, que pierden todo realce y cuya contribución  al desarrollo de la película queda en entredicho. Por lo demás, recoge esa especie de nihilismo del protagonista, que tanto en la novela como en la película parece dejarse llevar por los acontecimientos externos, como si fuera un existencialista francés (al fin y al cabo, el tiempo histórico de la película es el de los últimos sesenta). Otra cosa que molesta es el título, absurdo, que intenta hacer más inteligible el Norwegian Wood original (una canción intimista de los Beatles) sin conseguirlo. Tokyo Blues, el blues de Tokyo, cuando no hay ningún blues por ninguna parte aunque eso sí, ciertas dosis de tristeza y melancolía.



Una bella historia de amor también es Nunca me abandones (Mark Romanek, 2010). Aunque más relevante que dicha historia es el contexto en el que se produce. Los protagonistas son tres niños (luego jóvenes) de procedecencia incierta, educados en un internado donde se les prepara para ser donantes de órganos. Es decir: su trabajo en la vida es morir antes de la madurez, de operación en operación, hasta no poder aguantar más sin órganos vitales o por los continuos postoperatorios. Los protagonistas aceptan su destino (no solo ellos, sino todos los personajes que aparecen en la pelicula) sin rebeldía. Y esto es lo que más llama la atención: no hay ningún momento en que se replanteen esta obligada forma de vida (o de muerte). Solo se da algún intento de retrasar dicho. Esta cuestión, la más interesante, es la que menor tratamiento recibe en la pelicula; es el escenario de este amor fatídico (pues sus protagonistas están condenados a morir jóvenes) pero no es objeto de reflexión, cuando es, sin duda, el tema más atractivo. Por lo demás, es una película conmovedora y de imágenes hermosísimas.



Aún de factura más elegante (al fin y al cabo, su director es un diseñador de moda muy conocido) y también con el amor como línea principal es Un hombre soltero (Tom Ford, 2009), película que protagonizan los excelentes Colin Firth y Joanne Moore. El personaje principal es un profesor universitario que perdió hace unos años a su pareja en un inesperado accidente de tráfico. El profesor se encuentra sin rumbo y decide poner fin a su vida esa misma noche. Lo más bello de la película es la manera en que se muestra la nueva mirada del personaje sobre los detalles nimios de la vida diaria: cuando esto ocurre, la fotografía más bien plana y gris se vuelve cálida y carnosa, llena de colores como el rojo, el naranja, el azul intenso... El tema de la homosexualidad está tratado de una manera natural y directa, mostrando también la invisibilidad de los gays en la sociedad de los sesenta en EEUU (pero sin que el conflicto del personaje provenga de su sexualidad). Una película hermosa y notable.



Por último, he revisitado un clásico, Papillon (Franklin J. Shaffner, 1973), una película apasionante sobre la libertad que atrapa desde el primer minuto. Las interpretaciones de Dustin Hoffmann y de Steve McQueen son excelentes. Este último encarna a Papillon, un tipo acusado, según él, injustamente, de un asesinato, y encerrado en la prisión de la Guayana Francesa durante los años treinta (antes de que se redactara algo tan básico como los derechos humanos). La vida de los prisioneros es durísima y los castigos inhumanos. Pero Papillon, cuyo sobrenombre le viene del tatuaje de una mariposa que lleva en el pecho (nunca se dice su verdadero nombre)  no se rinde ei intenta escapar en varias ocasiones. En la última escena, Paillon, mermada su salud por los años, los castigos y la prisión, se arroja al mar desde un acantilado: sobre el agua queda flotando, en una idílica metáfora de su ansia por alcanzar la libertad.



miércoles, 14 de noviembre de 2012

MÁS CINE EN CASA (QUÉ REMEDIO)

Gracias a la baja maternal estoy reduciendo la cantidad de DVDs que cogen polvo en las estanterías del salón de mi casa. Eso es una buena noticia para ir dejando hueco y que entren otros nuevos...

Entre los que han caído en acto de servicio están los siguientes:

-El diablo se viste de Prada (David Frankel, 2006): Es una buena comedia, entretenida y con excelente ritmo. La historia no es novedosa: chica ambiciosa pierde sus principios y traiciona a sus más cercanos por conseguir el aprecio de la más famosa y cruel experta en moda de Nueva York. Finalmente, la chica se da cuenta de lo que ha perdido y prefiere una vida sencilla al glamour, la soledad y la traición. Una película de valores, como vemos. Lo mejor, sin duda, el personaje de la terrorífica directora de la revista de modas, una Meryl Streep que levanta la película ella solita.



-Adiós, pequeña, adiós (Ben Affleck, 2007): Esta es una película excelente. La historia encierra dilemas poderosos y el relato es muy atractivo. ¿Merece una madre drogadicta que ha demostrado repetidamente su incapacidad como madre que le devuelvan a su hija? ¿Merece esa niña una vida mejor, con personas que la cuiden de verdad? El protagonista tiene que resolver este dilema y lo hace de la manera en que esperaríamos, pero eso no implica que su decisión sea claramente la mejor, solo parece la más justa. Ni siquiera el final de la película es un happy end reconciliador: él mismo comprende las consecuendias agridulces de su decisión. En la película se tratan cuestiones relacionadas como el respeto a la ley, el hecho de que esta no favorece siempre al que lo merece y que ni siquiera es capaz a menudo de hacer justicia. Pero los hombres no deben actuar como dioses haciendo su propia ley: esta es la interesante tesis de la película que puede ser la base de una interesante reflexión. 



-Capturing the Friedmans (Andrew Jarecki, 2003): Un director emprende un proyecto, documentar el trabajo de los payasos infantiles, los que se contratan para animar fiestas de niños. De repente, se encuentra con que el más famoso de ellos en Nueva York lleva a sus espaldas una truculenta historia: es hijo de un pedófilo, acusado junto a su hermano pequeño, de prácticas sexuales con menores en las clases de informática que el padre impartía en el sótano de su casa a los vecinos de la zona residencial en la que vivían. El documental muestra que el hecho constatado de la pedofilia del padre lleva a una acusación que, en gran medida, solo se sostiene en los testimonios de algunos niños, sin pruebas indudables, solo el relato (no contrastado al cien por cien por todos los alumnos de aquellas clases) de estos chicos. En realidad, este documental es una reflexión sobre la verdad y sus caras. Se basa en entrevistas a muchos de los implicados que dan visiones diferentes e incluso contrapuestas de los hechos que se juzgaron. Además, se presenta la ambigüedad de la institución de la familia, que, siendo la base de las sociedades desde el punto de vista antropológico, no es algo tan sagrado ni garante de felicidad o bienestar. Otro aspecto interesante de la película es la inclusión de fragmentos de videos caseros  y personales de la familia Friedman, y de cómo un material tan poco elaborado se puede convertir en una narración, la narración que nosotros queremos de nuestra familia, una narración construida como la de nuestros recuerdos o la de una historia. Es decir, una ficción que nos ayuda a vivir.



-Todo o nada (Mike Leigh, 2002): Esta película es un absoluto aburrimiento. Los personajes son antipáticos y cansa su abulia. Resultan patéticos y mediocres. No sé si el director quiere salvarlos o condenarlos. En cuanto al título, hace referencia al discurso de uno de los personajes, el marido, que siente la lejanía de su mujer, sus reproches y su indiferencia, y le viene a decir que sin su amor se encallan en la nada. Finalmente lo recuperan y todos tan felices dentro de sus dificultades (problemas para llegar a final de mes, hijo en paro y agresivo en su comportamiento, hija feúcha limpiadora en una residencia de ancianos, padre e hijos obesos -suponemos que por una mala alimentación-, padre taxista con poca recaudación debido a su falta de iniciativa...). En fin, creo que esta película quiere decir tanto que finalmente dice poca cosa, o nada. O más bien son los personajes, con los que cuesta empatizar. Un último detalle: las subtramas no se concluyen por lo que la película resulta coja en este aspecto.



-Beyond the sea (Kevin Spacey, 2004): Este gran actor se embarca en dirigir y protagonizar un biopic con números musicales (originales, por cierto) sobre la vida del cantante Bobbie Darin, un Frank Sinatra con menor éxito. La historia pretende ser contada de un modo personal, es decir, saltándose un tanto la linealidad de la narración, utilizando al Bobbie niño como interlocutor continuo del Bobbie adulto en sus momentos de mayor dificultad (enfermo del corazón desde pequeño, ambicioso en extremo, violento con su mujer, la actriz Sandra Dee; hijo de la que consideraba su hermana desde siempre...) La vida de Bobbie Darin contiene elementos de melodrama que, no obstante, no hacen nada interesante al personaje a pesar de los intentos de Spacey, que consigue una gran interpretación y que canta estupendamente, además de bailar más que bien. En ese aspecto, todo un hallazgo. No obstante, repito: el personaje no es atractivo, por lo que la película, agradando, no apasiona en ningún momento.


¡Y esto es todo amigos! De momento....

viernes, 21 de septiembre de 2012

Y LO QUE HE VISTO EN CASA

Revolviendo en mi cineteca he aprovechado las noches calurosas para aburrirme, un poco, la verdad, con estas dos películas entre las que he visto una enorme relación: se trata de Aflicción (Paul Schrader, 1997) y El asesinato de Richard Nixon (Niels Mueller, 2004). Las dos tienen como protagonistas a dos hombre fracasados, con una autoestima tan baja que es digna de estudio psicológico y al borde de lo que podríamos denominar la locura. Ambos personajes han sido abandonados por sus mujeres, tienen relaciones distantes con sus hijos, no tienen éxito profesional, se sienten humillados por los que le rodean y únicamente buscan en la vida hacer algo capaz de despertar la atención de los demás y recuperar así la fe en sí mismos. En el caso de Aflicción se une a estas circunstancias un padre maltratador y alcohólico que aún ejerce su nefasta influencia en el hijo; en el caso de El asesinato... un jefe que se ríe de su empleado y aprovecha cualquier ocasión para menospreciarle. Los dos personajes se enfrentan a sus problemas del mismo modo: matando de una manera burda e injustificada (patética es la escena en la que el protagonista de El asesinato... sacrifica a su perro, el único ser que le demuestra cariño). Fantásticas las caracterizaciones de Nick Nolte y Sean Penn en cada una de las películas, por ellos vale el (cierto) aburrimiento que me ha transmitido el tono moroso de estas obras.

 
 
 
 
El asesinato de Richard Nixon me ha llevado a otro film que Sean Penn también protagoniza con la excelente Naomi Watts, Caza a la espía (Doug Liman, 2006), muy notable, donde se recrea la historia del matrimonio que se enfrenta a las mentiras del gobierno de Bush sobre la guerra de Irak; y la fotografía de tonos marrones y encuadres a lo Hopper de El asesinato... me ha conducido a Factótum (Bent Hamer, 2005), recreación de los comienzos literarios de Bukowski, otra película de tono moroso bastante aburrida para fans del escritor que deseen recrearse en un tipo vividor, que abandona un trabajo tras otro y que incluso tiene a bien golpear a su parasitaria novia... En fin, más sobre la América profunda, la de los que están fuera del sueño americano.



 
Los fríos paisajes de Aflicción me han recordado a una pelicula pequeña pero atractiva, Frozen River (Courtney Hunt, 2008), un canto a la solidaridad entre mujeres. Más personajes desterrados de la gloria social, marginales, pobres y vapuleados por el destino, esta vez en versión femenina, mucho más hermosa y esperanzadora, porque entre las dos protagonistas, una india rechazada por su comunidad y una madre de familia cuyo marido es un ludópata que ha gastado todos los ahorros de la pareja, se establece una extraña relación basada en el negocio ilegal del tráfico de personas a través de la frontera entre EEUU y Canadá; que tiene su punto culminante y más dramático en el rescate de un bebé que una pareja árabe lleva escondido en una bolsa de deporte y al que abandonan en medio del lago helado por el que realizan sus negocios ambas mujeres. La importancia de la maternidad, la relevancia de la amistad, el sacrificio de una de ellas y la colaboración entre ambas hacen de esta película un canto hermoso a los desesperados.
 
De Frozen River paso a otras dos películas sobre mujeres: La Duquesa (Saul Dibb, 2008) y Alma en suplicio (Michael Curtiz, 1945). La primera está basada en la historia de la Duquesa de Devonshire, una mujer que a finales del siglo XVIII se introdujo en la política y apoyó al partido liberal de la Inglaterra de entonces. Esta película retrata a una joven que alcanza un puesto de enorme influencia pero que fracasa absolutamente en lo personal. Su marido es un hombre controlador y mujeriego que solo la desea para obtener de ella un heredero varón (magnífico Ralph Fiennes, lo mejor de esta película); mientras que la duquesa tiene que soportar su continuo chantaje con los hijos comunes e incluso tolerar un ménage à trois con su mejor amiga, una dama de la aristocracia repudiada por su marido. En este aspecto, la película vuelve a mostrarnos un fracaso, pues la duquesa finalmente acepta todas las condiciones impuestas por su marido con tal de permanecer con sus hijos (de nuevo, el sacrificio y la maternidad como ejes conductores de las decisiones de una mujer), lo que de algún modo la revierte de un halo trágico a la vez que conservador (aunque se intenta enfrentar a su marido, claudica todas las veces en que este le amenaza con perder a sus vástagos: la duquesa, pues, renuncia a un valor muy querido por ella y que defiende en sus intervenciones políticas, la libertad).



En cuanto a Alma en suplicio, es una hermosa película de cine negro, un clasicazo sobre otra mujer sacrificada por sus hijos, en concreto, por su hija mayor, a la que quiere dar un bienestar y una vida de rica que la chica le exige como si fuera su obligación moral. Por ella trabaja de sol a sol, por ella ahorra, se casa con un empresario poderoso, por ella, digamos, pierde su vida, su persona e incluso su honor. Apabulla.



Para finalizar, hay otra película interesantes que nombrar, Up in the air (Jason Reitman, 2009), una historia romántica de final agridulce. El guapo George Clooney se dedica a despedir gente: es decir, es contratado por empresas para realizar EREs (qué de actualidad está el tema) en sustitución de los jefes de la propia empresa. Un trabajo desagradable que él realiza de manera rutinaria gracias a su actitud vital: no atarse a nada ni a nadie. Hasta que lo hace: se encuentra una novia y se acerca de nuevo a su olvidada familia. La moraleja del cuento de hadas es: ten cuidado, podrían pagarte con tu misma moneda, y así es. En el momento en que desea la estabilidad de una pareja y de un hogar, toda su vida se tambalea y sus valores sufren el típico descalabro del personaje que se está buscando a sí mismo huyendo todo el tiempo. Curiosa.


 

EN EL CINE: lo último que he visto durante el verano

 
 
 
El Skylab: el título de la película hace referencia a un elemento muy tangencial del trama, la amenaza de la caída de un satélite en la Bretaña, justo en los días en que Albertine viaja a la casa de su abuela a celebrar su cumpleaños, junto con los tíos y primos paternos y sus padres intelectuales ultraliberales. Esta obrita primeriza de Julie Delpy es el retrato de una familia francesa de los setenta, llena de personajes estrambóticos y dramas intenos: está el emigrante español, el exsoldado machista obsesionado con el sexo, la prima embarazada de 18 años, los contrarios a la guerra con Argelia, sus defensores derechistas, los primos adolescentes que empiezan las correrías nocturnas, el niño "afeminado", los preadolescentes... En fin, la obrita se ve con gusto porque es realmente divertida, pero no aporta mucho más que otras (por ejemplo, Un cuento de Navidad, espléndida) al manido tema de la familia, y a la idea de cómo uno recuerda su infancia y a sus familiares cuando funda la propia. Por cierto, que la niña Albertine, una especie de patito feo, se convierte en una guapísima mujer con un marido de aúpa y unos niños de revista... Justo el sueño de la jovencita Albertine.

 
 
-Headhunters: lo mejor de esta película es disfrutar de un thriller europeo con muchísima acción y trepidante trama, suspense que atrapa y personajes interesantes. El principal es un cazatalentos para empresas que además se dedica a robar y vender en el mercado negro obras de arte, con el fin de llevar un elevadísimo tren de vida que él mismo se ha impuesto debido a un complejo de inferioridad que dirige todas sus decisiones. Pero se topa con la horma de su zapato: un despiadado aspirante que es capaz de todo con tal de eliminar a nuestro cazatalentos para convertirse en directivo de una importante empresa. El despiadado aspirante ha seducido a la bellísima y alta mujer del cazatalentos, quien descubre el affaire intentando robar al susodicho. Este es el motivo por el que deja de promocionarlo para el puesto. Sin embargo, como ya hemos apuntado, el aspirante es un hombre sin escrúpulos, por lo que la película se convierte en la huida del cazatalentos quien en su carrera despiadada tendrá que esconderse en una letrina, matar a un perro asesino, raparse el pelo a cero en mitad de un bosque, cambiar su ropa por la de un muerto y mil aventuras más que le harán replantearse su propia vida de cabo a rabo. Quizás esto es lo que haga de la película algo más que un thriller entretenido: el personaje sufre una transformación y abandona sus complejos, pasa de ser un yuppie elegante y glamouroso a esconderse en la calle como un mendigo y, sobre todo (aquí viene la nota sentimental) aprende que los demás pueden quererle por  lo que es, y no por lo que aparenta ser. Recomendable, entretenida: dejárás de pensar en la subida del IVA.



 
 
-Holmes y Watson: Madrid Days: siempre que uno dice "Nunca más....." hay una traición implícita en la propia frase. Después de ver El abuelo de Garci, me dije "nunca más iré al cine a ver una película de este tío", pero, como se puede comprobar, lo he incumplido. Esta película solo tiene un interés: la fotografía y la recreación de época. El misterio: burdo. Los personajes: una excusa para que en sus diálogos se cuelen de manera poco elegante los pensamientos y reflexiones de Garci sobre los toros, la política y la "decadencia de occidente". El ritmo: moroso. El tono: nostálgico, cualquier tiempo pasado fue mejor. En resumidas cuentas, por más que lo intenta, Garci no se parece a sus adorados directores y es, simplemente, un autor aburrido.

lunes, 9 de abril de 2012

NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS



Una película apasionante. El personaje principal, Santos, está perfectamente desdibujado, es decir, sabemos cómo actúa pero no por qué ha llegado a comportarse así. Buscando a un hombre que le ha visto asesinar salvajemente (parece que él es un tipo de gatillo fácil, lo cual le ha traido problemas en el pasado), destapa una red de drogas y de terrorismo (inspirada en la trama del 11M madrileño), y, finalmente, el hombre malo, el policía poco ortodoxo, borracho y solitario se somete al mayor de los sacrificios, con lo que parece redimir todas sus culpas del pasado. Qué más nos dan cuáles fueran estas culpas... lo que está claro es que Santos es un personaje torturado. Coronado le da vida de forma espléndida, lo que muestra la extraordinaria evolución de este actor. La historia se sigue con pasión, el suspense está perfectamente dosificado. Se trata de una película que podríamos llamar "de género", que encierra enormes influencias de los personajes fuera de la ley de las películas del oeste. Gratificante.

El árbol de la vida


No se puede decir que yo sea una incondicional de Malick. Todavía recuerdo el sopor que me produjo La delgada línea roja, una película sobre "la" guerra de la que tengo un recuerdo horrible. En cambio, me sorprendió a mí misma el placer que me produjo esta otra. Me gustaron las imágenes tan poéticas (y me refiero a que están llenas de metáforas y a que producen una enorme sensación de belleza), me gustó la falta de línea argumental, me gustó ese viaje al pasado prehistórico, el pasado de la humanidad y el pasado del individuo Jack...
Ahora bien, entiendo que esta película puede desconcertar. ¿De qué va? A mi modesto comprender, el tema principal es el dolor. Esta experiencia acompaña a la humanidad desde su origen (así se justifica la secuencia que parece explicar el origen de la vida y la evolución de las especies) y tiene su raíz en el ámbito en el que más seguros deberíamos sentirnos: la familia. Si nuestra creencia es que la familia nos salva de todo mal, este pensamiento es falso. Para Jack, la mayor fuente de sufrimiento es su padre, un hombre agresivo, frustrado, que no ha alcanzado lo que deseaba en la vida. Parece que la actitud del padre lleva al drama en el seno de los tres hermanos: uno de ellos se suicida. Esto constituye una segunda fuente de dolor para Jack. El dolor no tiene explicación, aunque tenga causa. ¿Por qué sufrir si hay un Dios que nos ama (así se justifia la parte más teológica de la película, esas imágenes y palabras en off que aluden a la divinidad)? ¿Por qué lo que más amamos nos produce tamaño sufrimiento? El dolor no es un sentimiento personal. Es absolutamente universal y experimentado incluso por los que lo provocan. Lo siente Jack, lo siente el padre cuando conoce la noticia de la muerte del hijo, lo conoce la madre que sufre por sus hijos y por su matrimonio.
El árbol de la vida hace referencia a uno de los árboles del paraíso nombrados en el libro del Génesis. El otro es el árbol de la ciencia. Pero ningún conocimiento nos libra de sufrir, por lo que es la vida la que se impone, la vida en forma de placer y en forma de dolor.
Todo esto es lo que quiere transmitir la película de Malick, y su opción estética es hacerlo con ese reguero de imágenes que fluyen sin un sentido aparente (igual que la vida, igual que el río de Heráclito). La clave es dejarse arrastar por el torrente, y de esta manera apreciar la hondura de esta obra que pasará a ser maestra, sin duda.