viernes, 21 de septiembre de 2012

Y LO QUE HE VISTO EN CASA

Revolviendo en mi cineteca he aprovechado las noches calurosas para aburrirme, un poco, la verdad, con estas dos películas entre las que he visto una enorme relación: se trata de Aflicción (Paul Schrader, 1997) y El asesinato de Richard Nixon (Niels Mueller, 2004). Las dos tienen como protagonistas a dos hombre fracasados, con una autoestima tan baja que es digna de estudio psicológico y al borde de lo que podríamos denominar la locura. Ambos personajes han sido abandonados por sus mujeres, tienen relaciones distantes con sus hijos, no tienen éxito profesional, se sienten humillados por los que le rodean y únicamente buscan en la vida hacer algo capaz de despertar la atención de los demás y recuperar así la fe en sí mismos. En el caso de Aflicción se une a estas circunstancias un padre maltratador y alcohólico que aún ejerce su nefasta influencia en el hijo; en el caso de El asesinato... un jefe que se ríe de su empleado y aprovecha cualquier ocasión para menospreciarle. Los dos personajes se enfrentan a sus problemas del mismo modo: matando de una manera burda e injustificada (patética es la escena en la que el protagonista de El asesinato... sacrifica a su perro, el único ser que le demuestra cariño). Fantásticas las caracterizaciones de Nick Nolte y Sean Penn en cada una de las películas, por ellos vale el (cierto) aburrimiento que me ha transmitido el tono moroso de estas obras.

 
 
 
 
El asesinato de Richard Nixon me ha llevado a otro film que Sean Penn también protagoniza con la excelente Naomi Watts, Caza a la espía (Doug Liman, 2006), muy notable, donde se recrea la historia del matrimonio que se enfrenta a las mentiras del gobierno de Bush sobre la guerra de Irak; y la fotografía de tonos marrones y encuadres a lo Hopper de El asesinato... me ha conducido a Factótum (Bent Hamer, 2005), recreación de los comienzos literarios de Bukowski, otra película de tono moroso bastante aburrida para fans del escritor que deseen recrearse en un tipo vividor, que abandona un trabajo tras otro y que incluso tiene a bien golpear a su parasitaria novia... En fin, más sobre la América profunda, la de los que están fuera del sueño americano.



 
Los fríos paisajes de Aflicción me han recordado a una pelicula pequeña pero atractiva, Frozen River (Courtney Hunt, 2008), un canto a la solidaridad entre mujeres. Más personajes desterrados de la gloria social, marginales, pobres y vapuleados por el destino, esta vez en versión femenina, mucho más hermosa y esperanzadora, porque entre las dos protagonistas, una india rechazada por su comunidad y una madre de familia cuyo marido es un ludópata que ha gastado todos los ahorros de la pareja, se establece una extraña relación basada en el negocio ilegal del tráfico de personas a través de la frontera entre EEUU y Canadá; que tiene su punto culminante y más dramático en el rescate de un bebé que una pareja árabe lleva escondido en una bolsa de deporte y al que abandonan en medio del lago helado por el que realizan sus negocios ambas mujeres. La importancia de la maternidad, la relevancia de la amistad, el sacrificio de una de ellas y la colaboración entre ambas hacen de esta película un canto hermoso a los desesperados.
 
De Frozen River paso a otras dos películas sobre mujeres: La Duquesa (Saul Dibb, 2008) y Alma en suplicio (Michael Curtiz, 1945). La primera está basada en la historia de la Duquesa de Devonshire, una mujer que a finales del siglo XVIII se introdujo en la política y apoyó al partido liberal de la Inglaterra de entonces. Esta película retrata a una joven que alcanza un puesto de enorme influencia pero que fracasa absolutamente en lo personal. Su marido es un hombre controlador y mujeriego que solo la desea para obtener de ella un heredero varón (magnífico Ralph Fiennes, lo mejor de esta película); mientras que la duquesa tiene que soportar su continuo chantaje con los hijos comunes e incluso tolerar un ménage à trois con su mejor amiga, una dama de la aristocracia repudiada por su marido. En este aspecto, la película vuelve a mostrarnos un fracaso, pues la duquesa finalmente acepta todas las condiciones impuestas por su marido con tal de permanecer con sus hijos (de nuevo, el sacrificio y la maternidad como ejes conductores de las decisiones de una mujer), lo que de algún modo la revierte de un halo trágico a la vez que conservador (aunque se intenta enfrentar a su marido, claudica todas las veces en que este le amenaza con perder a sus vástagos: la duquesa, pues, renuncia a un valor muy querido por ella y que defiende en sus intervenciones políticas, la libertad).



En cuanto a Alma en suplicio, es una hermosa película de cine negro, un clasicazo sobre otra mujer sacrificada por sus hijos, en concreto, por su hija mayor, a la que quiere dar un bienestar y una vida de rica que la chica le exige como si fuera su obligación moral. Por ella trabaja de sol a sol, por ella ahorra, se casa con un empresario poderoso, por ella, digamos, pierde su vida, su persona e incluso su honor. Apabulla.



Para finalizar, hay otra película interesantes que nombrar, Up in the air (Jason Reitman, 2009), una historia romántica de final agridulce. El guapo George Clooney se dedica a despedir gente: es decir, es contratado por empresas para realizar EREs (qué de actualidad está el tema) en sustitución de los jefes de la propia empresa. Un trabajo desagradable que él realiza de manera rutinaria gracias a su actitud vital: no atarse a nada ni a nadie. Hasta que lo hace: se encuentra una novia y se acerca de nuevo a su olvidada familia. La moraleja del cuento de hadas es: ten cuidado, podrían pagarte con tu misma moneda, y así es. En el momento en que desea la estabilidad de una pareja y de un hogar, toda su vida se tambalea y sus valores sufren el típico descalabro del personaje que se está buscando a sí mismo huyendo todo el tiempo. Curiosa.


 

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